martes, 2 de septiembre de 2008

FALSA POÉTICA

El poeta nace con el don; el talento no se adquiere con el trabajo. Un escritor podrá esforzarse para escribir versos y será artesano, no artista. El talento por sí mismo logra obras excelsas; pensemos en Porchia. La insistencia del escritor se sustenta en el azar; su divisa es: Si escribes y escribes y escribes, puedes incurrir en poesía.

El poeta no es escritor, no se sienta ocho horas diarias frente a la hoja en blanco o la pantalla. El poeta no vive de escribir, escribe para vivir: es escribano de la poesía, ella es quien dicta sus versos. El poeta es un ser paciente.

El poeta es un ser inspirado. Espera el momento -un estallido o una eclosión- en que su ritmo se sincronice con el del cosmos, y la poesía le sea concedida. Ese ritmo se respira en sus versos; esa armonía embellece el poema. Inspiración, expiración, respiración: el ritmo del cosmos sublima la poesía.

El poeta es plagiario -todo ya ha sido escrito, el  poema sólo repite el logos poético. La poesía ilumina los ojos del lector con las palabras de siempre y desdobla su sentido y el que han adquirido los tópicos en estos tiempos de modernidad permanente. El poeta sintoniza la experiencia humana con el estilo de la época que vive.

El poema es lectura del cosmos; el poeta lee el universo y escribe para aprehenderlo, a través de la poesía. El mundo y lo humano han sido apabullados por la tecnología; el poeta abomina la predominancia de la técnica en los asuntos humanos.

La lógica se subsume ante la poesía y, pervertida, obedece a la invención y la mentira poéticas. El poema remeda sus principios para hacerlos fieles y coherentes consigo mismo. Y la poesía se vale de la intuición para hacer acorde los valores estéticos, dando coherencia interna al poema y ramificando sus correspondencias con el lector, que es el signo del mundo externo a ella. El poeta obedece una lógica irracional.

La poesía es el único arte verdadero. El poema no dice verdad, no lo pretende; por ello utiliza el lenguaje -ambiguo y cambiante por naturaleza- para acercarse a la realidad, que es mudable y diversa. El poeta es teórico de la incertidumbre.

El poeta es un ser voluntario. El poema provoca una emoción, un estado de ánimo, una sensación o un sentimiento semejante al propio; por ello el poeta es ser utilitarista, aunque su fin se agota en sí mismo y, entonces, el poema inutiliza y la poesía se sustenta sobre sí misma y esplende. Luego de ello, el poeta calla.

Las palabras del poema son todas. El poeta ordena sus palabras para hacerlas cantar: las encuentra sonoras o roncas; con ellas construye el poema, y las palabras todas emiten su voz y son voz armoniosa. Porque la poesía es forma y belleza.


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